El Papa Francisco firmó el decreto en el que se declaran las “virtudes heroicas”, el primer paso en el proceso de beatificación del sacerdote franciscano colombiano Rafael Manuel Almansa Riaño, informó la oficina de prensa del Vaticano.
Rafael Manuel, conocido simplemente como el Padre Almansa, nació el 2 de agosto de 1840 en Bogotá y falleció en la capital colombiana el 27 de junio de 1927, y fue capellán de la Iglesia de San Diego durante 30 años hasta su muerte. Es sin duda el sacerdote más querido que ha tenido Bogotá y de quien se siguen contando favores y milagros casi 90 años después de su muerte.
Almansa recibió la ordenación presbiteral el 27 de mayo de 1866, de manos de monseñor Bonifacio Antonio Tozcano, obispo de Pamplona. Sus primeros años de servicio pastoral fueron en Santander. Cúcuta le vio como párroco y después del terremoto de 1875 fue trasladado a Bucaramanga. Después ingresó a la orden franciscana, en la cual se había formado y fue nombrado párroco san Francisco, en Bogotá y de la Iglesia de San Diego, donde permaneció por 30 años, ejerciendo su labor pastoral en todas las clases bogotanas siendo un reconocido consejero y apóstol del bien.
Los relatos afirman que el Padre Almansa fue generoso, bondadoso, custodio de los pobres, magnífico confesor y asesor espiritual de la Bogotá de finales del siglo XIX y comienzos del XX. El padre a pesar de tener privilegios económicos vivió en extrema pobreza: dormía en una cama sobre piedras, sin almohada ni cobijas; todo lo dio a los más necesitados.
Con el decreto del Papa Francisco, desde ahora se le considera “venerable”, para que pueda ser beatificado es necesario que se apruebe un milagro gracias a su intercesión, y para que sea canonizado (santo) es necesario un segundo milagro. Eso podría tardar dos años más. Y el paso siguiente, la canonización, no se sabe cuánto tiempo. Lo importante es destacar la labor y la vida de un hombre bueno que trabajó por los vulnerables.
*Foto Archivo Banco de la República
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